Hace 23 días de mi última entrada en este blog cuando iba a mantener una cierta continuidad. Pero si bien las obligaciones personales y familiares siempre están ahí para quitar un tiempo importante del día a día, en esta ocasión ha sido la dichosa carrera profesional la que me ha absorbido por completo el poco tiempo libre de las últimas semanas.
Por fin (o eso creo) he terminado con la dichosa carrera. Para los que no lo sepan se trata del acceso al grado I, en mi caso, después de que una sentencia judicial que obligaba a la administración a convocar nuevamente el grado para aquellas personas que cumplían los requisitos en el año 2010. ¿Requisitos? Únicamente tiempo trabajado y luego baremaciones varias.
La principal diferencia con respecto a los anteriores procesos que eran extraordinarios, era que se iba a evaluar a cada uno en función de unos criterios de calidad y actividad dentro del servicio. Y es que la base de la carrera profesional es intentar crear unas diferencias salariales dentro de la administración, premiando a aquellos que más y mejor trabajan, a aquellas personas que dedican su tiempo de ocio a realizar otra tipo de actividades como docencia o investigación, o que durante la mañana no se dedican únicamente a cumplir el horario sino a trabajar más que sus compañeros, realizando más actividad de consultas, otras consultas monográficas o intentando sacar tiempo para presentar comunicaciones o publicaciones en revistas científicas.
Suena bien, ¿verdad? Sin embargo, este sistema hasta el año 2009 se había convertido únicamente en un premio a la antigüedad laboral. Los únicos criterios para concederlo eran el de tiempo trabajado y plaza en propiedad, con lo que volvíamos al mismo vicio de siempre: el más veterano cobra más, da igual lo que hagas, y al final muchos funcionarios con ganas de trabajar se queman en el camino, viendo que su premio es cobrar menos que el compañero que lleva más años en la administración y si puede no hacer algo no lo hace.
Ahora que parece que la administración se tomaba en serio el sistema, se descuelga con un proceso de baremación muy peculiar. En primer lugar una baremación de méritos curriculares… mejor dicho autobaremación, muy correcta, separada por apartados (gestión, docencia, investigación, etc) en la que aportamos nuestra actividad. Hasta ahí perfecto, si el sistema funciona así, vamos en la dirección correcta. Las personas que más trabajan se llevan premio. Sin embargo, la siguiente fase de baremación es mucho más subjetiva, y ya cuando empezamos a usar este adjetivo empiezan los problemas. De repente la administración (nuestros jefes) no saben qué actividad desarrollamos y nos piden nuestros datos de actividad, parece que debe haber quejas de compañeros y pacientes por todas partes porque nos piden encuestas (he tenido que solicitar entre unas cosas y otras 15 encuestas) y parece que no saben las guías/protocolos de cada servicio porque tenemos que aportarlos. Y sobre todo parece que se han olvidado de la cuestión legal, porque nos solicitan acceder a las historias clínicas de los pacientes para enviar fotocopias de la historia y así valorar cómo hacemos nuestro trabajo. Deben tener muchas dudas de nuestro trabajo para pedirnos todo esto.
Encontrar pacientes, indicadores de actividad, guías o protocolos de 2010 no es fácil. Sacar las historias es ilegal, y nuestros servicios de Admisión y Documentación Clínica así se lo han recordado al SACyL denegándonos el acceso por escrito y enviando copias a los diferentes gerentes de cada centro. Y así con muchas más cosas. Llevo las últimas semanas pidiendo firmas, rellenando anexos, cuestionarios, encuestas, llenando 12 sobres con diferentes contenidos o justificaciones de por qué no dispongo de algunos de esos contenidos por causas ajenas a mí. Igual que yo muchos otros compañeros médicos, enfermeras, auxiliares, etc. Y faltan los grados 2 y 3. En resumen cientos y cientos de personas a evaluar, miles de sobres a entregar, un montón de burocracia por todas partes, pero el objetivo de todo esto cuál era, ¿demostrar nuestra competencia para la carrera profesional o nuestra valía como burocrátas profesionales?
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